Zona de conflicto

Venezuela, sociedad mediática y comunidad política. Antagonismos y atolladeros. Ciudad y utopía. Un espacio para cruzarse con los unos y con los otros...

12/06/2005

La espera mesiánica



La historia se repite por tercera vez en los últimos comicios, al punto de que empieza a resultar preocupante: una profunda y vasta indiferencia se apodera del electorado, que pareciera darle muy poca importancia a las instancias de representación política que están en juego en el país. Desde gobernaciones a juntas parroquiales, desde alcaldías a los puestos en el Parlamento, todas estas instancias han sufrido este año el fuerte desplante de un gran sector de la colectividad. ¿Todo esto es achacable a las erráticas y aún indescifrables actitudes que ha asumido la oposición desde que perdió el Referéndum?

No queda duda de que hay una tendencia mayoritaria en Venezuela a percibir que la única y gran batalla política es la de la elección presidencial, así que tanto unos como otros guardan sus energías para la lucha “final”, para la conquista o reconquista de Miraflores. El país, más que nunca, está atrapado en un fuerte sentimiento mesiánico. Todo pareciera depender de un solo hombre. El chavismo de su líder, y la oposición creando condiciones para, como dice Rafael Poleo, dar el zarpazo final al poder presidencial. ¿Es que acaso no se comprende en conjunto el mecanismo democrático? ¿Es que nadie quiere entender que el Parlamento es un espacio de poder indispensable para ejercer la pluralidad y dar la batalla política de los próximos cinco años? La sombra del presidencialismo nos acompaña de una manera casi obsesiva, y creemos que si se gana Miraflores, todo lo demás está garantizado.

El chavismo, por otro lado, parece no comprender masivamente lo que hay en juego en cada uno de estos rituales electorales, y no termina de dar una respuesta contundente en las urnas de su entusiasmo transformador y de su compromiso con las distintas instancias de representación política. Hay que decirlo: con todo y el desplante opositor, de la estrategia agua fiestas y todo lo demás, sigue pareciendo poco significativo que sólo 3 millones de votantes fueran a las urnas y que en Caracas, Zulia y Carabobo, la abstención general estuviera rondando el 80%. Eso significa, cuando menos, que algo no termina de funcionar entre el sentimiento chavista y su expresión electoral (¿los llamados de coacción hacia los empleados públicos de Iris Varela, no denotan que algo no fluye bien en realidad?). La débil respuesta electoral, con presiones o sin ellas, deja viva la discusión que la oposición impuso sobre la legitimidad y el Poder Electoral, y que sin duda marcará la agenda política de todo el 2006.

La “escasa” participación electoral también deja viva la discusión sobre la terrible estrategia de la oposición. 3 millones de votos no es un techo muy difícil de superar, después de las cifras que se manifestaron en el Referéndum 2004. Resulta entonces inconcebible haber descartado la batalla y haber dejado una profunda interrogante en puertas: ¿Si se hubiera participado, al menos no se tendría una representación opositora significativa y visible en el Parlamento? Lamentablemente, el suicidio electoral no permitió que apreciáramos la medición de fuerzas, y hacia allá apunta el verdadero objetivo opositor: ha ganado, por ahora, la incertidumbre, y con ello el fortalecimiento del fantasma mesiánico. La oposición espera, postrada, el milagro divino, espera la llegada del tan ansiado “mesías” que pueda vencer a Chávez.

No debemos engañarnos. Los que siguen considerando que el país está soldado a una opción, y que no hay nada que buscar políticamente, se equivocan de manera brutal. La gigantesca abstención lo que indica es que hay una fuerza inerte, una fuerza “invisible” marcada por la desconfianza, que está esperando otras formas de interpelación y de encantamiento político. La batalla que en Venezuela se sigue postergando es por la movilización de esos sectores que se han retirado paulatinamente de la contienda electoral, o que no comprenden suficientemente la importancia de lo que está en juego en cada elección. Y esto es para todos los bandos. Venezuela sigue siendo un país con un gran potencial para la maniobra política en democracia, y eso hay que demostrarlo con nuevos liderazgos y organizaciones que trabajen en todos los frentes y en todos los niveles de la sociedad.

Si para algo ha servido este ensayo tan inusual de elegir el Parlamento es, como dijimos, para corroborar lo profundamente mesiánico que nos hemos vuelto, cada uno esperando o defendiendo una única figura, tomando con absoluta indiferencia a todos los poderes que deben servir de interlocución social. Mantenemos esa actitud tan adversa de no tomar en cuenta que la única reconstrucción posible del Estado pasa por un verdadero fortalecimiento de las instancias de poder elegidas democráticamente. Lo demás es mesianismo, y aquí la diferencia sustancial entre unos y otros es que el chavismo consiguió desde hace años a su líder, y lo tiene en la cima del poder. La oposición simplemente sigue esperando, y esperando a que llegue el milagro. Miraflores es la meca, y todos miramos ciegamente hacia ella.

¿No es hora de asumir todos –sin distinción de clases, razas, modales e instrucciones– que no hay política en Venezuela sin una dosis fundamental de mesianismo? Quizá hemos subestimado por demasiado tiempo la idea de que un hombre encarne un proceso, un proyecto y unos objetivos políticos. ¿Este panorama marcado por la abstención no obliga a repensar, seriamente, la relación siempre espinosa que existe entre el mesianismo y la política? ¿No se trata siempre de que aparezca el hombre que nos mueva a seguirlo? ¿Y que pueda mover a una gente ensimismada, encerrada en su casa, atrapada en paranoias y desconfianzas, para que salga a votar y a defender unos ideales colectivos? Sin embargo, el problema de fondo de la actitud mesiánica -su aporía, como dicen- es que termina justificando cualquier salida, cualquier atajo, cualquier solución, por más rocambolesca y supersticiosa que parezca. El 2006 quedará atrapado, seguramente, en las dos caras de la moneda mesiánica.

12/02/2005


El acertijo del aborto electoral


El fenómeno que ha ocurrido en Venezuela, con el retiro inusitado de la oposición para las elecciones legislativas del domingo, no debe llamarnos ni a risa ni a engaño. Lo que parece un acto de impotencia política, lo que parece una muestra significativa del fracaso rotundo de los partidos para establecer lazos básicos y duraderos de identificación con su militancia, representa mucho más que el acomodo pragmático y oportunista a la solución 350, y al saboteo generalizado del sistema electoral. No nos llamemos a engaño: el retiro de estos patidillos de la contienda, no es sólo el signo más visible de su decadencia. Hay más mucho más en juego...

El aborto, por más raro que parezca, tiene que ser valorado como un acto político, porque no viola ninguna disposición legal ni constitucional. Aunque parezca rocambolesco, al mejor estilo de un espaguetti–western, es posible en Venezuela ser minoría y desencadenar, con una pistola que lleva una sola bala, una crisis electoral mayúscula, en la que se intenta poner en duda la legitimidad de la mayoría. Este acto político radica en la valiosa intuición de que siendo menos, parezco mucho más, al sumar todas las voluntades abstencionistas espontáneas, y dejar en la soledad del domingo al gigante rojo. A pesar de que la oposición se está retirando por su propia voluntad, digamos que a efectos de la democracia formal siempre será muy feo que un Parlamento tenga 167 diputados de un solo partido. Vean la tremenda paradoja que es capaz de generar el propio y dúctil concepto de democracia formal: el acto de abstención me favorece, y hace que la participación política sea la que entre en crisis. Nuevo aporte del laboratorio político venezolano al mundo (no sólo vivimos de misses): la democracia es ante todo no participación, y su ganador potencial es el inmovilismo, las velas y la oración.

Se ha llegado al momento cero de la política, en el que importan más los sentimientos espontáneos de la gente que la propia acción (eso que los analistas llaman la “ideología espontánea”). Se trata de mimetizarse, en el caso de los partidos opositores, con el sentimiento de la gente, frustrada y cansada de no conseguir nada por vía electoral. Ante el proyecto en marcha del socialismo del siglo XXI, la oposición responde retirándose de la batalla, no participando, quedándose en casa tomando whisky y tragando tequeños. Esta es la verdadera respuesta al socialismo del siglo XXI que ofrece la oposición: el partido no propone ni dispone, no organiza ni concentra. El partido es como el zapping, se mueve de intereses a medida que el usuario va cambiando de canales de televisión. Este es el grado más sofisticado al que han llegado estos partidos: se hacen transparentes y a la medida de mi espontáneo sentimiento de asco por la situación política que vivo. El efecto más letal de esto es que la gente termina por no identificar claramente quién fue efectivamente el responsable de los efectos que se van a desencadenar. Al fin y al cabo, uno de los argumentos de los partidillos es que se están haciendo eco del sentimiento reinante en la sociedad: nadie quiere votar.

El cisma que se ha producido divide nuevamente de manera radical a Venezuela: sociedad política versus sociedad abstencionista. Líderes que tienen que dar la cara por su gente, versus sociedad espontánea, perdida y frustrada en sus malestares, sin saber quiénes son los causantes verdaderos de sus fracasos y resacas. Socialismo del siglo XXI o misa perenne a lo Castillo Lara. Democracia participativa o ideología casera e intimista. Este paso dado por una minoría hará aumentar más el abismo existente entre Uno y el Otro. Uno adentro. Otro afuera. Uno representado. Otro sin representación (todo esto ex profeso y a voluntad, nunca se olvide).

¿Este acto de abortar las elecciones no es un acto político radical? Sí, hasta ahora sí lo es. Pero sólo será lo suficientemente radical sí la oposición asume todas las consecuencias que se desprenderán de este acto, es decir, la brecha que se generará con la conformación de una Asamblea unidimensional. De manera que el chantaje de que hay que suspender las elecciones e iniciar un nuevo diálogo electoral es inadmisible, dado que la oposición se comprometió en numerosos procedimientos de revisión y mantuvo acuerdos preliminares con el CNE, la OEA y la UE, y sin embargo terminó abandonando su palabra cuando más le convino ¿Desde esta perspectiva, qué garantía habría para el oficialismo de que el pastiche desencadenado no seguirá hasta que se empastelen también las presidenciales?

Algunos dicen que no hay que echarle toda la culpa a estos partidos-zapping de lo que ha sucedido. Algunos subrayan que esto es simplemente la suma de numerosos errores del Gobierno y de la propia oposición, en la búsqueda de un CNE limpio y con garantías para todos. Sin embargo, yo les recuerdo que tanta benevolencia deben aplicarla también el día en que salga la primera ley aprobada por 167 diputados al unísono. Recuerden con el mismo espíritu y la misma benevolencia, que esa Asamblea única y “totalitaria” fue producto de un cúmulo de errores compartidos, en los cuales participamos activamente todos los que nos abstuvimos.

El mayor de los acertijos, sin embargo, está aún por responderse: ¿Usted todavía cree que este aborto no traza algún atajo? ¿No le parece que colocarse al margen de todo es la vía más expedita para justificar cualquier acto contra el Otro? Esté atento, y entienda que a partir de esta semana la lógica del conflicto en Venezuela entra en una fase de escalada: el verdadero objetivo no son las legislativas, sino las presidenciales de 2006.

No lo olvide.

12/01/2005

No delegue en Dios lo que usted debe resolver


El gran signo de interrogación que, como editorial, Teodoro publica ayer en Tal Cual explica lo inexplicable. Después de pasar meses en retóricas erráticas y compromisos mínimos, de andar de un lado para el otro sin sostener auténticamente nada (con el alien del 350 revolviéndose en sus entrañas), la Oposición siente como un gran éxito deslindarse en estos momentos de las elecciones legislativas, y dejar el campo abierto, internacionalmente, para que se diga que en Venezuela se vive un régimen autoritario, dado que el chavismo “se va a apropiar” de todo el Parlamento. Así sin más, sin matices, sin posturas principistas de ningún tipo: si este se sale, yo también, si el otro se retira, pues por qué yo no. Como si lo del domingo, más bien, sólo fuera una larga cola para sellar un cuadrito del 5 y 6. ¿Asamblea Nacional y representaciones plurales? ¿Para qué voy a pensar en clave de 7 años, si Chávez no llega ni a año nuevo?

Esta nueva crisis, fabricada por los partidos sin representación, por los partidos sin fuerzas ni militancias estables, este nuevo salto a la antipolítica anuncia los peores augurios para las presidenciales de 2006. Aquí los que pensaban que Teodoro y compañía podían capitalizar una oposición democrática para las elecciones del año que viene, se acaban de dar un tremendo tortazo con estos factores que desde abril de 2002 han secuestrado la agenda política de la oposición y marcan, con sus diversos saltos al vacío, la dinámica de una opinión pública ligada, estrictamente, a la clase media.

¿Qué se trama? ¿Meternos en las iglesias mientras viene alguna entidad divina y nos resuelve el problema, nos limpia la basurita acumulada en Miraflores? ¿Será que mientras yo rezo, el Espíritu Santo hace el trabajo sucio? ¿Será que ese Espíritu Santo sólo habla inglés? Tamaña hipocresía, muy cristiana, por cierto, responde a una lógica descaradamente golpista y entreguista. Lamentablemente, no estamos al tanto, usted y yo, de cuáles son los planes concretos y cuáles las ganancias a cortísimo plazo que espera obtener, por ejemplo, Primero Justicia, con esta operación de abandono del terreno. Dado que muchos de estos partidos no son nada en realidad, son como los huevitos Kinder, pero sin el juguete de adentro, hay que pensar sobretodo en qué rentabilidad específica e inmediata les producirá este aborto. Como no han tenido ni siquiera la paciencia para querer representar a las minorías en el Parlamento para los próximos 7 años, ¿a qué juega hoy esta oposición?

No lo sé, pero tengan por seguro una cosa: aquí jamás encontrarán ni una sola palabra de adhesión a la guarimbita, al golpe, a la solución extranjera, al paro petrolero, a la desobediencia 350 y a todas esas hierbas antipolíticas... Aquí, lo digo clarito, no encontrarán eco al salto al vacío. Es hora de defender radicalmente unos principios y una actitudes. Es hora de defender el espacio democrático. No se vayan a rezar, amigos míos, el 4 de diciembre, no le dejen a Dios lo que es propio de los hombres, mantengan los ojos bien abiertos y, sobre todo, no se dejen meter nuevamente el strike de los atajistas de oficio, a los que se les ve el bojote desde lejos, y cuando viene el peo de verdad, se esconden y desaparecen, dejando a todo el mundo al garete. Recuerde que ni Ramos Allup, ni Mendoza, ni Gabriel Puerta, ni Julio Borges recibieron un solo rasguño en todas las batallas sangrientas que ocurrieron entre abril de 2002 y agosto de 2004. No dejen que otros, suciamente, hagan el trabajo que usted debe hacer limpiamente.

No acepte esta elección forzada de los "retirados": salga a votar, así sea nulo.


Powered by Blogger


View My Stats BloGalaxia