Zona de conflicto

Venezuela, sociedad mediática y comunidad política. Antagonismos y atolladeros. Ciudad y utopía. Un espacio para cruzarse con los unos y con los otros...

8/08/2006


Carlos Tapia, el vocero oficial de Ollanta Humala
“Somos una fuerza incompatible
con la democracia formal”

Esta es una entrevista que forma parte del dossier sobre el Perú que escribí para la revista Exxito, que sale esta semana a la venta. Es un abrebocas en caliente, sumamente interesante para pensar las complejidades regionales. Fíjense que Tulio Hernández, en uno de sus artículos dominicales de julio, citó a Carlos Tapia como un teodorista confeso, pues le había dicho en Lima que si fuera venezolano votaría por el Catire. Sin embargo, en esta entrevista vemos que Tapia tiene un discurso mucho más a la izquierda que Petkoff, quien ya está de retirada por cierto. Este ejemplo habla del tema de las izquierdas como un mar de diferencias y de especificidades. Y cuando Tapia coloca el acento en "cambiar las estructuras del poder", creo que diferencia de manera sustantiva una forma de acción política de la "del cambio responsable o progresivo", que termina por no cambiar nada, como ya se sabe...


En la pantalla del computador que tiene en su oficina, ubicada en el sector Pueblo Libre, Carlos Tapia deja reposar un memorando que acaba de escribir a la dirección central del partido Unión por el Perú. Sobre la superficie del monitor brillan las primeras líneas que el vocero oficial ha elaborado sobre el impacto de la derrota electoral en la figura del máximo líder Ollanta Humala. A pesar de haber obtenido casi 6 millones 300 mil votos en los comicios del 4 de junio, el cuadro político, a veinte días de los comicios, es de una elocuente adversidad. El segundo candidato a la vicepresidencia de la coalición humalista, Carlos Torres Caro, anunció hace unos días su separación definitiva del movimiento, y ha denunciado a todo gañote que Ollanta Humala pretende ahora encabezar un proyecto de izquierda radical, con miras ha desestabilizar en los próximos meses la gestión del naciente gobierno de Alan García. El propio partido Unión por el Perú, fundado por Javier Pérez de Cuellar, decidió después de los resultados mantenerse a una sana distancia del líder militar, con una coalición si se quiere precaria, que hace presagiar futuras deserciones de dirigentes para las elecciones regionales –el segundo gran examen que tendrá la opción nacionalista– del próximo 16 de noviembre.

Para un movimiento aluvional como el que encabezó Ollanta Humala, que creció en dimensiones gigantescas en tan sólo 9 meses de camapaña, y que estuvo a sólo 600 mil votos de la victoria, estas fracturas internas parecen casi inevitables. La pauta de los primeros días de resaca ha estado marcada por la división, la confusión y la polémica entre las diversas corrientes de la coalición, una gran falla tectónica-ideológica compuesta por distintos imaginarios, como el de los ex militares, el de los nacionalistas, los populistas y los dirigentes antiguos de la izquierda, agrupados fundamentalmente en dos partidos, el Unión por el Perú (UPP) y el Partido Nacionalista (PN).

Carlos Tapia, uno de las figuras de la izquierda peruana, fundador del Movimiento de Izquierda Revolucionaria en los años 60 y miembro de una estirpe que ha venido cambiando de piel y método a medida que las coyunturas políticas transforman al Perú (eso significa haber pasado de la tesis armada a la opción electoral), analiza en su memorando lo que considera es el efecto tsunami de una derrota marcada por la polarización y por los peligros que la opción humalista representa para los intereses mediáticos, políticos y empresariales que se han consolidado en el Perú. Casi en tono telegráfico, el vocero oficial del partido describe una situación de falta de oxígeno, la cual amerita una veloz retirada del escenario nacional: “Se cerró el ciclo de las elecciones generales. A pesar de que perdimos ajustadamente, estamos cediendo el espacio aceleradamente. Nos faltan reflejos. La campaña mediática no se detiene. El liderazgo de Ollanta es el objetivo de nuestros adversarios. Ollanta se encuentra disperso, sobreexpuesto y maltratado. Debe salir de Lima”.

El afecto y el líder

–¿Qué ha hecho posible la aparición de un fenómeno electoral como el de Ollanta Humala, que polariza y divide políticamente a la población?
–En nuestro país siempre ha habido una fractura social. Desde hace 500 años. La República ha sido históricamente muy formal, que si los derechos ciudadanos, que si la igualdad y la justicia, pero al interior del país siempre ha habido otro mundo. Hasta 1979, en el Perú no votaban los analfabetos. Ese año se aprueba una nueva Constitución y los campesinos se convierten en una fuerza fundamental de maniobra para los distintos liderazgos políticos. Pero justo comienza Sendero Luminoso a actuar, y logra imponerse en esas zonas campesinas por medio del terror. La izquierda democrática era muy fuerte entonces, bajo la nomenclatura de Izquierda Unida. Y puedo decirte que IU llegó a ser más importante, electoralmente, que la izquierda de Salvador Allende en Chile. Tuvimos 48 diputados en esa época, y fuimos la segunda fuerza del país, después del Apra. Con Sendero Luminoso ese proceso de la izquierda democrática, lamentablemente, se frustró.

–¿Esa izquierda creció bajo la tesis de ganar elecciones?
–No, fue una izquierda que surgió en los años 60 bajo la tesis de la lucha armada, pero con Sendero Luminoso todo el mundo se replegó. Este proceso lo dinamitó Sendero Luminoso. Fue una pelea muy difícil para la izquierda. Entre 1989 y 1990, cuando se enfrentaron Fujimori y Vargas Llosa, esas masas campesinas, por los efectos del terror y de la violencia, ya no creían en los partidos políticos. Es por eso que votan masivamente por el candidato outsider, Alberto Fujimori. Después se desengañan y en 2001 votan por Alejandro Toledo. Se desengañan de Toledo, y conforme al tiempo y al proceso, van tomando conciencia de su situación de sector explotado. Eso es lo verdaderamente nuevo: la masa de excluidos del interior del país toma conciencia. Y buscan representarse en alguien que pueda ser de su confianza. Alguien que se les parezca.

–¿Despertar afecto es fundamental para un proyecto de izquierda?
–Es fundamental para cualquier opción, sea de izquierda o de derecha. La política es construcción de voluntades. Esa voluntad, para mí, se construye con dos factores. Uno es el convencimiento y el otro es el afecto. En el Perú, la política tradicional no buscaba convencer, sino buscaba seducir. Alan García seduce, pero no convence. En cambio, la política transformadora se basa en el convencimiento y en el afecto. Eso es lo que ha conseguido Ollanta. Por eso le tienen tanto temor. El que se adhiere a esto gana fuerza y poder transformador.

Cambiar la estructura del poder
–Ollanta nunca se autodefinió de izquierda. Siempre dijo que era un nacionalista. ¿Después de la derrota, el proyecto político está cambiando?
–Después de la derrota surgió la idea de hacer un frente nacionalista popular. Era una tesis correcta, que intentaba agrupar a todas las izquierdas, pero no se le dio el suficiente peso.¿Qué es lo que se está construyendo espontáneamente en las provincias del Perú? Organizaciones sociales, partidos políticos regionales, cualquier cosa que pueda aglutinar la crítica social y las movilizaciones. El contenido práctico de esas organizaciones es el de un gran frente nacionalista popular. Vamos a ocuparnos de la gran transformación del Perú.

–¿Y en qué consiste esa gran transformación?
–Nosotros sostenemos que hay que cambiar la estructura del poder en el Perú, y que hay que construir otro poder, porque éste, así como está configurado, lo que hace es que la mitad de la población viva con menos de dos dólares al día, que 25% viva con menos de un dólar al día, y que el horizonte social sea totalmente decepcionante. Tenemos un PIB de 70 millardos de dólares, pero el Estado sólo se queda con 13, 6% de eso. Con esa estructura, cada vez que algún sector trabajador pide aumento, o se necesitan más recursos para la educación y la salud, el Estado responde que no hay dinero. Nosotros decimos que sí hay plata. ¿Dónde está? Está en cuatro sitios. Primero: revisión de contratos, porque todas las grandes empresas trasnacionales se han prestado para una gigantesca corrupción. Segundo: eliminar las exoneraciones de algunas empresas. Tercero: crear un impuesto a la sobreganancia. Y cuarto: ampliar las áreas tributarias. Eso en términos prácticos significa quitarle a los que más tienen 3% del PIB por año. Eso significa recaudar unos 2,3 millardos de dólares para invertirlos principalmente en salud y educación.

–¿La lucha pasa entonces por una nueva redistribución de la renta?
–Y pasa por un cambio en la Constitución. El enfrentamiento es directo al bolsillo de las grandes empresas y de las trasnacionales. No es un enfrentamiento armado, no vamos a dinamitar a las empresas. Para los grandes capitales, Ollanta es incompatible con esta democracia. Así nos lo dicen desde los medios de comunicación. Y es verdad. Somos incompatibles con esta democracia formal.

El factor Chávez
–Debe existir un poco de frustración e impotencia después de haber obtenido 6 millones de votos y no haber podido ganar las elecciones
–Pudimos haber ganado. Si hubiéramos tenido cuatro días más de campaña, otra sería la historia. Faltó tiempo, y además cometimos errores. Las derrotas se explican no por lo que hace el enemigo, sino por los errores que uno comete. El primer error es que no pudimos inscribirnos en el Jurado Nacional de Elecciones con un partido propio. Ollanta fue a las elecciones con un partido político prestado, el Unión por el Perú. Esa es una debilidad muy grande. Por eso la campaña, al interior del país, no fue única y coherente. Cuando se creció electoralmente, el entorno de Ollanta, tanto interna como externamente, se volvió muy difícil. No era fácil desarrollar una campaña cuando el padre de Ollanta, Isaac, declara a los medios que él ha preparado a su hijo para ganar las elecciones, pero si no las gana dará un golpe de estado. Incluso la mamá dijo que iba a fusilar a los homosexuales. Todo eso ocurrió en la primera vuelta. Y en la segunda, lo de Chávez.

–¿Cree que un viejo zorro cazó a otro zorro?
–Fue terrible. Cuando faltaban 10 días para la campaña, yo tuve que mandar a Chávez para el carajo, porque nos resultaba imposible hacer campaña contra todo el mundo en el Perú, y también contra el presidente de Venezuela. Fue un error no haber podido plantear una posición más clara con respecto a Chávez. Yo no lo conozco, pero esta polémica con García se extendió mucho tiempo. Los últimos mítines de Alan García se hicieron bajo la consigna “Chávez o el Perú”.

–¿Por qué asustaba tanto Chávez?
–Por sus intervenciones. Cuando Chávez advierte que si ganaba García rompía relaciones con el Perú, produjo un efecto muy fuerte en la opinión peruana. La gente lo percibió como una amenaza a la soberanía. Sin embargo, hay que decir que esa polémica mediática ocultaba injerencias en el proceso electoral de otro tipo, por ejemplo las de Alejandro Toledo, que pedía que votaran por la democracia y en contra del autoritarismo. ¿Cuándo se ha visto que un Presidente diga eso? No hay duda: Chávez fue mediáticamente utilizado para una campaña en contra de Ollanta Humala, incluso con apoyo de los aparatos del Estado. Esa es la realidad.

Poder local, poder real
–¿Ahora qué piensan hacer? ¿Asambleísmo de calle a la manera boliviana?
–Este es un caso diferente al caso boliviano. En el caso de Evo Morales, hay una base de apoyo que es mucho más indigenista, un movimiento social más organizado. Ese no es el caso del Perú. Han terminado las elecciones presidenciales. Comienza otra fase, un período político que se extenderá hasta las elecciones regionales del próximo 19 de noviembre. La idea es construir mayorías sociales en las zonas donde hemos ganado. Somos realistas, no es cierto que los 6 millones 300 mil votos que hemos obtenido son de Ollanta exclusivamente, y que van a servir para organizar un gran movimiento de masas. Falta mucho camino. En las elecciones regionales el gran peso lo tienen los candidatos locales. Tenemos que acercarnos más a la realidad concreta, y organizar a la gente para convertirla en una mayoría social.

–¿Y con respecto a los temas de la agenda nacional?
–Todo nuestro plan táctico para los próximos años está en función de cómo ganamos gobiernos regionales. Tenemos que producir la gran transformación del Perú, construyendo gobiernos regionales que sean legitimados durante toda la gestión. El pueblo debe ser el articulador del gobierno. Tenemos un concepto distinto de lo que debe ser la democracia local. Es un gran reto. Decirlo es fácil, hacerlo no. Eso pasa por una oposición democrática. Seremos una oposición a la estructura del poder, que es la base del gobierno de Alan García. Tenemos que asumir una táctica defensiva porque nos quieren desaparecer.

–¿Eso significa no caer en provocaciones?
–Claro, el nacionalismo democrático es muy diferente al nacionalismo que busca otras vías para llegar al poder. En el país siempre ha habido una democracia permisiva a la protesta popular. Seguramente va a haber algo de violencia. Es inevitable el conflicto y la protesta, pero lo haremos democráticamente. En mi país, la manera de resolver las desigualdades que produce el mercado es con la política. Eso de que el mercado resuelve los problemas sociales es mentira. Los poderosos utilizan al Estado para que funcione desigualmente a favor de ellos. Y los de abajo han aprendido a influir en el Estado. Entonces bloquean carreteras, se protesta en las calles. Los de abajo aprendieron a pelear y reclamar lo que quieren. Así funciona la relación Mercado, Estado, Democracia, Pueblo.

–¿Si obtuvieron mayoría en 15 distritos, cuántos piensan obtener después de las elecciones regionales?
–Mucho menos de lo que hemos obtenido. Probablemente obtengamos la quinta parte en noviembre. Te repito: es otra dinámica. Los independientes ganaron el 53% de las alcaldías y gobernaciones en 2001. Si obtenemos cinco gobiernos regionales en el sur del país, tendremos unos 500 municipios bajo nuestro control. Es una fuerza muy importante. Eso hará difícil para el Apra gobernar sin llegar a acuerdos.

Powered by Blogger


View My Stats BloGalaxia