La proeza de ozzie
Hoy es uno de esos días raros, plenos, en los que se te olvidan las causas existenciales, las peleas, las angustias tracendentales. Hoy es un día raro, repito, de esos que uno desearía duraran toda la vida –la felicidad es una ilusión pasajerísima, lo sabemos, y el ardid predilecto de la ideología–. Sé que de un momento a otro volveré a aterrizar en mi zona de conflicto, en esta parcela apasionada donde nos desplazamos y reinventamos a punta de confrontarnos con los otros. Pero hoy, por unas horas, por unos días quizá, esta zona de conflicto llamada Venezuela se ha vuelto rumba y descontrol. Todo esto se lo debemos a la intuición “divina”, a la picardía caribeña, a la inteligencia de Oswaldo Guillén. Hoy, definitivamente, no es día para hablar de tentaciones autoritarias, ni de maquinaciones golpistas. Hoy se decreta el desmadre y la celebración. Hoy no se habla del artículo 350, ni de Patricia Poleo. Ni de morochas malqueridas y malparidas. Hoy sólo queremos hablar de esa cosa tan extraña y fulgurante de sentirnos campeones. Hoy es día para botarla del estadio, digo, de la zona de conflicto.
1 Comments:
Martha, cuando alguien con su opinión nos perturba, nos insta a decir algo, a criticar algo, tenemos que pensar, sobretodo, por qué me afectan tanto sus palabras. ¿Y qué es en el fondo lo que yo quiero decir al respecto? Creo que eso fue lo que activó todo el debate sobre Guillén. Por lo cual, tenías razón: si querías criticar la politización de Guillén, terminas asumiendo tu propia politización y te toca, entonces, la ronda de la confrontación y el debate. A mí todo eso me parece sano, porque tarde o temprano uno aprende a evaluarse a sí mismo y a los demás, y caza los debates que unos quiere cazar...
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