Zona de conflicto

Venezuela, sociedad mediática y comunidad política. Antagonismos y atolladeros. Ciudad y utopía. Un espacio para cruzarse con los unos y con los otros...

9/09/2006



Una carrera de ciegos
para vencer la abstención

Después de muchos desmadres, desplantes y demás especies desmovilizadoras que aplicó la oposición como “política”, parece que finalmente se ha caído en gracia y se intentan recuperar los votos y las calles perdidas desde aquél 15 de agosto de 2004, cuando se evitó de todas las maneras –por pudor, por pena ajena, por estrategia a mediano plazo– presentarse ante la sociedad como una minoría, sólida minoría por demás (40%). Hay que advertir que por más desazón que nos haya producido esta política de la “no-representación”, los efectos que ha generado para el ciclo electoral de este año le incumben no sólo al antichavismo, que se ha motivado alrededor de la candidatura de Manuel Rosales, sino sobretodo al chavismo duro, que hoy lucha en dos frentes por igual: aumentar o sostener su caudal de simpatizantes, y estimular con ello la participación electoral a todos los niveles, ante un significativo porcentaje de abstención que aparece en las encuestas.

Otra lectura podría sacarse si invertimos la perspectiva: el efecto de haber dejado solo al chavismo en los poderes públicos y en los distintos foros políticos del país, ha abierto un panorama inesperado para las elecciones de diciembre. Después de vivir una polarización de vida o muerte, y una feroz dialéctica amigo-enemigo, el hecho de que el chavismo cargue con todas las promesas de gobierno y con todos los errores inherentes a sus formas y estilos de gestión, y por ello no tenga contrapesos de ningún tipo, ha hecho que cierta pesadumbre o indiferencia se asiente entre la gente.

Hay que agregar, sí, que en tiempos donde la política se ha hecho una sofisticada forma de espectáculo, los contrapesos opositores están en los medios de comunicación. Aún así, hay una evidencia imprevista: la calle se ha enfriado, se ha desapasionado, se ha pragmatizado, ha perdido algo del voluntarismo heroico que la marcó en los días de marchas y contramarchas, de movilizaciones y apretujones masivos. Una de las virtudes de la democracia participativa se asocia, precisamente, con la actividad, con la movilización, con el empoderamiento. Puede que asistamos a un momento del país donde hay chavismo y antichavismo pasivo, que no se molesta en ocupar espacios y territorios, en marcar visiblemente una identidad política. La apatía parece el signo de esta campaña.

Esto ha hecho que ambos bandos compartan hoy un objetivo: revivir la emoción, el entusiasmo, la esperanza, la ira, el desenfado, la confrontación… Esas emociones que son necesarias para desarrollar una contienda electoral. El fantasma que asedia al 3-D no es el fraude o la trampa, sino la abstención, y la verdad es que siento que, llegado este momento, nadie sabe cómo rescatar lo que se ha perdido. Por un lado, el chavismo apela al histrionismo excesivo de Juan Barreto (con insultos y teatralizaciones de circo romano que sirven de plataforma para la expropiación de campos de golf), y que llevan por objeto movilizar el espíritu de clase que tanto ha servido al proyecto político bolivariano en años anteriores. Por el otro, Rosales intenta apelar a una vieja fórmula del populismo que había sido poco explorada contra Chávez: en tiempos de riqueza saudita, bien vale la pena repartir la renta, así sea al estilo del más rancio populismo salvaje: la tarjeta de débito “mi negra”. Por un lado, se quiere revivir la confrontación y el antagonismo como legítima lógica de la lucha de clases en democracia, y por el otro se intenta revivir el populismo como doctrina mimética que sirve para todo, y para todos los descontentos de clase.

Sin embargo, en esa búsqueda de penetrar el muro opaco de la abstención, el chavismo intenta neutralizar las teatralizaciones del conflicto de clases que hace y propone Barreto. Pareciera que una parte importante de la maquinaria oficialista entiende que el lema de Rosales es el justo, casi el ideal para sus lineamientos de campaña: “un gobierno para 26 millones de venezolanos”. A pesar del verbo impredecible de Chávez, la maquinaria intenta reconciliar lo que es irreconciliable, y plantea una campaña inclusiva, sin ensayar las grandes polarizaciones del pasado. Algunos estudios y cálculos deben estar anunciando el desgaste de la diatriba y de la confrontación como estrategias de campaña. En este sentido, la tesis de partida de la campaña de Rosales parece correcta, si se toma en cuenta la cayapa que le aplicaron a Barreto dentro del MVR.

A Rosales, que empieza sus recorridos de calle, por barriadas en las que la oposición hace años que no se movía, le toca el papel del líder valiente que desafía consensos y busca deshacer relaciones políticas constituidas. Para los que se sensibilizan ante las agresiones con piedras y botellas que ocurrieron en Catia, hay que recordarles que la batalla es peleando, tal como lo hizo La Causa R en Guayana, cuando comenzó bregando cuerpo a cuerpo su espacio en el sindicato de Sutiss, por allá en los años 80, y terminó abriéndole un agujero enorme a todo el Pacto de Punto Fijo, a principios de los 90. La delicadeza no es una virtud en un país con dos mentalidades y proyectos políticos irreductibles. Así que es posible que veamos, aunque nunca como en los años anteriores, brotes de conflicto callejero en los meses que quedan de campaña.

De manera que la campaña ha comenzado sólo con una certeza: derrotar la abstención. Y pareciera que nadie está del todo seguro en cómo, efectivamente, vencerla. Las intuiciones apuntan a apelar a los sentimientos de unidad nacional, pro encima de las exclusiones y los conflictos de clase. Veremos que ocurre este mes, el mes decisivo según las encuestadoras, para saber si Rosales es capaz de remontar los números…


1 Comments:

Blogger Martín said...

Saludos Héctor, me he dado un paseo por tus post y comentarios y los he disfrutado, me gusta tu blog.
Soy Martín, nos conocimos hace algunos meses en la ONG, en la presentación del libro de Jesús Ernesto Parra, y me estuviste contando sobre tu infancia en esa casa. A ver cuando nos visitas de nuevo por allá.
Saludos!

3:08 p. m.  

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