Bienvenidos a la zona de conflicto
Tengo más de dos años fuera del país. Los dos años más importantes de nuestra historia contemporánea. He tenido que vivir a distancia, con ansiedad e incertidumbre, los complejísimos procesos políticos de Venezuela, y cada vez que he intervenido en algunos debates y polémicas, ha sido por el puro afán de definir, sobretodo, mi propia posición. Eso fue lo que me animó a construir un personaje político, Míster Gris, en un momento en que las fantasías más aniquiladoras andaban sueltas, en vísperas del referéndum de agosto de 2004.
La posición de Gris fue interpretada por muchos como una postura laxa, neutral. Yo, por el contrario, quise construir a partir de un atolladero muy específico, la manera de mirar al país que saldría después del referéndum. El intenso y rico debate que realicé con varios de mis más entrañables amigos, y con algunos colegas queridos y respetados (aún la página web existe con todos los debates: dialogoengris.org) me sirvió para desplazar convicciones y seguir definiendo mi posición. Creo que esa experiencia, en lo personal, fue vital y terminó de demostrarme que no existe nada mejor que confrontarse con los otros. Qué viva la dialéctica y la fricción... Lo demás es onanismo.
Siento, eso sí, que algunos de esos textos, escritos al calor de una coyuntura feroz, se han quedado atrás, es decir, son insuficientes para explicar mi percepción actual del país. ¿El acto de escribir no es acaso un acto siempre insuficiente, siempre fallido? A la manera de los situacionistas franceses de los años 60, me sigue enamorando la necesidad de hacer del pensamiento un arma, una acción ante contingencias específicas.
He tenido que soportar, a veces de mis propios amigos, ese desdén terrible que se ha puesto tan de moda en Venezuela: "tu visión es externa, tu no entiendes lo que está pasando". En un mundo donde cada decisión interna repercute en el otro lado del planeta, y viceversa, mantener esa cínica distancia entre el afuera y el adentro me recuerda otras formas de exclusión, igualmente deshonrosas: "esos bárbaros que viven cerro adentro no merecen ni votar, ni opinar, ni decidir".
Me animé, entonces, a juntar textos, a comunicarlos, a confrontarlos con todos ustedes por esta vía. Nos ha tocado mirar el derrumbe de todas las instituciones de la democracia representativa, y el último de ellos ha sido el de los grandes medios de comunicación. Han empezado a prosperar, como rizomas, alternativas comunicacionales y opináticas que nunca previmos. Hoy sólo queda insistir en buscar nuevas maneras para subrayar una posición o desplazarla, dado el caso. Visto en perspectiva, no queda más que asumir como infinitamente abierto el campo de la imaginación política, social y cultural. No asumirlo sería repetir la flojera y la sarta de prejuicios que nos persiguen.
Les cuento que hacer la experiencia del extranjero, en mi caso, ha sido aleccionadora. Dejé un trabajo por convicción, dejé oportunidades laborales específicas para venir a Barcelona a comenzar de cero, y retomar viejos deseos "intelectuales". Dejé el periodismo, temporalmente, porque no me parecía un buen lugar en Venezuela para pensar con independencia, tal como lo exigían las coyunturas y los conflictos. Si uno quería realizar una crítica profunda de las situaciones y los procesos que verdaderamente nos estaban molestando, teníamos que asumir algún riesgo, alguna desconexión, desplazarnos de los tradicionales consensos cínicos. A los periodistas nos enseñan, sobretodo, a denegar nuestra posición. Y en el atolladero donde estábamos metidos, las señas habían cambiado y se nos pedía opinar a coro con empresas o causas políticas que, en lo personal, no comulgaban con mis propios intereses. Soy de los que cree que el acto de opinar tiene tanta responsabilidad como el de informar. Cada uno de estos ejercicios responde a una ética y a una política. Ambos tienen en común el hecho de que deben estar guiados por una voluntad de sostener algo, por una necesidad de no negociar lo fundamental. En mi caso, no se trataba de abandonar un oficio para entregarle mi voz a los otros. Si había que opinar, pues aquí me tienen.
Puedo decir que en tierras extranjeras me he mirado en el oscuro espejo de la exclusión, de ese lugar indiferente en el cual nadie te está esperando, nadie pregunta por ti. El lugar para los seres invisibles que vienen de toda la periferia del mundo a invadir las Europas. Desde aquí he logrado construir, pienso, otra forma de compromiso con el país y su proceso.
Esta página es para los que han asumido como tarea pensar el lugar de los atolladeros, el único por cierto de donde puede salir una verdadera certeza o convicción. Odio el sentido común, esa filosofía cotidiana tan venezolana que muchos analistas usan para dictaminar instántaneamente dónde está el bien y dónde el mal. Esta página es, en definitiva, para los que no sienten que ha llegado el fin del mundo. Ni para los que creen que vamos de mal en peor. Esta página es para los que no se dejan arropar por los prejuicios y las recetas conocidas, sino para los que quieren rebasar cada vez más sus límites.
Para los que entienden que el conflicto es fundamental para avanzar y para crecer. Para los que tienen claro que no quieren vivir en sociedades homogéneas (ni tolerantes ni represivas), y combaten diariamente para mejorar el territorio de los suyos. Para los que no se quieren guardar nada, y entienden el valor de dar y recibir.
Para los que están convencidos de que es un momento inmejorable para soltar la pasión y producir la convicción. Para los que han comprendido que el mundo se declaró en proceso de cambios, y que depende exclusivamente de nosotros moverlo de lugar.
Para los que retan a las corporaciones y a las factorías políticas, a las verdades coaguladas. En fin, para los que saben que el acto de pensar es un ejercicio muy arduo, que necesita de imaginación y de un compromiso infinito.
3 Comments:
Bien, me da gusto que pudiste poner fotos a tu blog; pero no entiendo por qué borraste los comentarios. Buen, voy a estar pendiente de leerte con más detalle, porque escribes bastante largo. Saludos desde Valencia Venezuela.
Hola Héctor.
Me gustó mucho conseguirme con tu blog, a pesar de que tus artículos los leo En Caracas…porque yo si estoy en Caracas es bueno saber que también formas parte de la blogósfera (como le llaman sus entusiastas). Estoy preparando una ponencia (horror!) sobre weblogs y periodismo para presentarla en pocos días en la CAF en un evento sobre Periodismo Digital…puedo mencionar el tuyo en mi lista de periodistas bloggeros?
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