Zona de conflicto

Venezuela, sociedad mediática y comunidad política. Antagonismos y atolladeros. Ciudad y utopía. Un espacio para cruzarse con los unos y con los otros...

4/20/2005

El momento post-mediático
Aquí les entrego una confesión y una reflexión a partir del "insuperable" Tom Wolfe. El tema me daba vueltas desde hace mucho, y unas opiniones del periodista norteamericano en la revista del diario El País, me terminaron de convencer. He abierto mi propia weblog. Al fin y al cabo, en un mundo donde se han abierto radicalmente las maneras de decir y de comunicar, insistir en el filtro de los grandes medios de comunicación no tiene mucho sentido. Hoy esas instituciones se aferran de manera conservadora a unas pretensiones de autoridad que ya no tienen. Bienvenidos a la era post-mediática, en la que la voz de cualquiera tiene su valor

Héctor Bujanda

Mi formación periodística, como la de la mayoría de los miembros de mi generación entregados a este oficio, es, por decir lo menos, heterodoxa. Lo único claro que tenía la Escuela de Comunicación Social de la UCV a finales de los 80, era que no debía usufructuar la mente de sus estudiantes con engorrosos rigores o tendencias del conocimiento. La escuela hacía gala, más bien, de una pedagogía casi profética, y se adelantaba a estos tiempos espectaculares en que lo que importa, sobre todo, es el uso del tiempo libre a la carta. La gente de la escuela tenía clarísimo que la mejor condición para el aprendizaje era el ocio radical, así que nos mandaba a beber todas las noches en el O’Gran Sol, y a perdernos en burbujas por los huecos de Sabana Grande.
Todo esto se los cuento porque no sé exactamente ni cuándo ni cómo llegué a los libros de crónicas de Tom Wolfe. Tengan la seguridad de que el dato jamás salió de un aula de clases. Lo cierto es que, a mitad de los 90, esos libros ya eran para mí una religión, y guía práctica para explorar la ciudad (eran tiempos en los que algunos panas hacíamos la página Con Todo, que salía los miércoles en El Nacional).
Descubrí sus crónicas sobre surfistas californianos imbuidos en la novísima new age. Las de astronautas listos para despegar a la luna y las de hippies quedados en la luna. Conocí a través de Wolfe el hábito olvidado de los envenenadores de máquinas 8 cilindros. Seguí con él por los caminos secos de Las Vegas, persiguiendo anuncios de neón que presagiaban el gran momento de la cultura kitsch. Me crucé en sus páginas con millonarios arruinados en ruletas que giraban sobre el desierto, y me adentré en los rigores de una arquitectura europea falsamente impuesta en la tierra de la innovación y de los sueños. En fin, leí una y otra vez sus crónicas de la era pop, de los años del desmadre, de la Bauhaus feroz...
Atrapé en Wolfe lo que considero su principal sabiduría: la ciudad hay que recorrerla, descubrirla, intervenirla, meterse en ella, en la carne de sus hombres, en sus nodos creativos y en sus energías cautivas. Wolfe es el periodista del asombro y la fascinación infinita, por eso se dio a la tarea de “colonizar”, bajo determinadas marcas y tendencias, la explosión generacional de los 60.
Al grano: detesto su posición política, sus aires de neocon intelectual, su traje blanco de dama pura del deseo y su jactancia imposible. Sin embargo, como la pega de zapatos, no puedo apartarme de las entrevistas o textos periodísticos que saca por ahí. A sus 77 años, y a propósito de su nueva novela (“Soy Charlotte Simmons”) sigue teniendo una curiosidad y una intuición de oro.


Tom Wolfe

He aquí lo que dijo en una entrevista que salió en el dominical de El País (España), a propósito de la crisis estructural del periodismo y la proliferación de webslogs.

-¿Qué problemas tiene el periodismo en EE UU?...
-El problema que tiene es muy sencillo: la gente se informa sobre todo a través de la televisión, porque es rápido, es fácil, no hay que leer nada, y las imágenes son excelentes. ¿De dónde saca la televisión la información? Las televisiones no tienen reporteros, tienen unos bustos parlantes en Washington y poco más. La televisión saca su información de los periódicos. Y cuando la televisión trata de conseguir una exclusiva, como la de la CBS y Dan Rather sobre Bush, siempre lo hace mal, porque no están acostumbrados al reportaje (...) En cuanto a los periódicos, por desgracia, se han convertido en monopolios locales. Salvo casos excepcionales, hay un solo diario por ciudad. En esta situación, ¿para qué necesitas cinco o seis reporteros para cubrir un área, con lo caro que es? Por tanto, hay una persona que cubre educación, una que cubre sucesos... Cuando yo trabajaba aquí (Nueva York) había reporteros de sucesos en cada barrio, ahora hay uno sólo para el departamento central de la policía. Eso significa que dependes de la policía para tu información. Nunca se habían cubierto tan pocas noticias en EE UU. Parece que son muchas, por el efecto de las cadenas de televisión, pero la información en televisión es una risa.
-¿Qué medios le interesan?
-Creo que hay unas cuantas publicaciones semanales buenas, y habría que crear más, porque atienden mejor la información que los grandes diarios no cubren. Y los blogs son, probablemente, algo bueno: toda esa gente que hace circular información. Seguramente es lo mejor que le ha ocurrido al periodismo. La mayoría de los blogs es una basura; pero, si se busca, siempre se puede encontrar algo interesante. Los blogs pueden reproducir rumores que la prensa no publica, pueden hacer muchas cosas. Son fuentes posibles que nos dan una información que no teníamos antes. Y hace falta más información.

No es mucho lo que dice nuestro querido Tom Wolfe, pero si se lee bien cada línea, podrían desmenuzarse los problemas estructurales que tienen los medios para seguir vendiéndose como las únicas instituciones que reflejan la realidad. Se los digo yo, que me tocó conducir el cuerpo de Política de El Nacional, y me vi justo en las mismas limitaciones para tratar de buscar información novedosa, fuera de las rígidas cadenas de la vocería institucional (partidos, organismos públicos, asesores mediáticos, grupos de presión).

No vayan a creer que en Venezuela han aparecido nuevos medios, nuevas voces comunicantes y nuevos focos de opinión y discusión, sólo por culpa de la encarnizada polarización y por la disputa política entre Gobierno y Medios. Sí, pero no sólo. En perspectiva, si no hubieran aparecido iniciativas comunicacionales específicas, probablemente sucesos como el paro nacional de 2003 y el 11 de abril de 2002 seguirían siendo un acertijo duro y puro, como deseaban algunos sectores de poder.
La proliferación de medios alternativos es un hecho global, y se riega como la pólvora. Aquí en Europa el fenómeno ya tiene nombre: post-media. La gente se cansó definitivamente de ver la realidad sentado frente a la pantalla del televisor, de esperar los titulares y los consejitos mañaneros de nuestros oráculos mediáticos. La gente se cansó de sentir que hay una tremenda disociación entre lo que piensa y lo que ve, y la representación de esas cosas en la prensa. La gente empezó a desconfiar de las versiones supuestamente neutrales, y de las únicas instituciones modeladoras del consenso y del discenso en democracia.
La gente lo que quiere ahora es hacerse sentir, salir del anonimato y de la invisibilidad. La gente lo que quiere es mostrar su propia verdad e incluirse en el debate. Sin complejos y sin nostalgias. Sin modales. Que se abran las puertas, pues, al ruido de muchos, a las visiones plurales y diversas, a las nuevas simetrías que establece el mundo de las weblog. ¿Ese no es la mejor condición para hacer política? ¿Que todos salgan al espacio público (sea real o virtual) y digan lo que piensan y cómo lo piensan? Por eso me desconciertan todas esas medidas legalistas (desde la sentencia 1.013 hasta la reforma del Código Penal, que buscan limitar precisamente lo que se ha abierto con tanto furor en Venezuela). No podemos tener un discurso participativo y protagónico y a la par limitar el ejercicio de la libertad de expresión. En esta era de novedosas formas de expresión y asosiación, lo único que retorna es la sospecha. Enhorabuena, porque sin sospechas no se mueve nada en esta vida...

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